Mandela, el preso político que siempre fue libre.
Moisés Gómez (*)-La primera vez que
supe de Sudáfrica fue en los años setentas. El 28 de noviembre de 1979 leía en
los diarios del secuestro y asesinato del embajador sudafricano Archibald
Gardener Dunn, leí que se le atribuyó a supuestos guerrilleros, con mis nueve
años no entendía por qué matar a un inofensivo anciano.
La segunda vez que supe
de Sudáfrica, fue cuando me inscribí en un curso de la carrera de licenciatura
en filosofía que llevaba por nombre “problemas filosóficos fundamentales I”, el
curso lo impartió la Dra. Katherine Miller, por aquellos días directora de la
Biblioteca Florentino Idoate de la UCA.
Ella nos llevó por los caminos de la
filosofía política africana, estudiamos a Gamal Abdel Nasser en Egipto,
Patricio Lumumba en el Congo, Kwame Nkrumah en Ghana, Amilcar Cabral en Guinea
Bissau y Cabo Verde, Sekour Touré en Guinea, Modibo Keita en Mali, Samora
Machel en Mozambique, Tomás Sankara en Burkina Faso, Marien Ngouabi en el Congo,
y Agosthino Neto en Angola, entre otros líderes africanos que vivieron y
murieron en el siglo XX; la característica principal de estos filósofos y
políticos fue su decidida lucha ante el neocolonialismo desde una visión
antiimperialista de tendencia socialista.
Fue en ese contexto que la profesora
nos habló de la existencia de toda una producción filosófica alrededor del
concepto de la negritud. Nos
aclaró que habían por lo menos dos tendencias: una corriente preocupada por
concretizar e historizar la toma de conciencia de los pueblos negros (con Aimé
Césaire de la Martinica como teórico principal) y la otra inquieta por definir
la esencia del ser negro (con Léopold Sédar Senghor de Senegal como abanderado).
Los autores de ambas corrientes acudieron a un “tercero excluido” como lo fue Jean
Paul Sartre para autoafirmarse por la vía del disenso con la interpretación
sartreana de la negritud.
Como ejemplo
de la primera tendencia filosófica de la negritud nos expuso la vida y
testimonio de Steve Biko (1946-1977) líder juvenil, opositor y luchador
anti-apartheid quien creyó que su pueblo y sobre todo la juventud tenía que
concretizar e historizar su ser negro en un contexto de injusticia y violencia
racial desde el Estado.
Aunque Mandela compartiera muchas ideas con Biko, el
pensamiento de Nelson Mandela no se podía encasillar en ninguna de las dos
tendencias filosóficas descritas, como sí encajaba Biko, sobre todo en la
primera tendencia; Mandela, en cambio, estaba preocupado por superar todo
racismo, prueba de ello son sus primeras palabras al ser liberado, en 1990,
después de 27 años de prisión:
"he peleado contra la dominación blanca, y
he peleado contra la dominación negra. He buscado el ideal de una sociedad
libre y democrática, en la que todas las personas vivan juntas en armonía e
igualdad de oportunidades”
El concepto filosófico y de origen tradicional más
apegado a la visión de negritud en Mandela se cristaliza en la palabra Ubuntu definida magistralmente por
Desmond Tutu así: “una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los
demás, respalda a los demás, no se siente amenazado cuando otros son capaces y
son buenos en algo, porque está seguro de sí mismo ya que sabe que pertenece a
una gran totalidad, que se decrece cuando otras personas son humilladas o
menospreciadas, cuando otros son torturados u oprimidos”
De esta forma
el pensamiento de Mandela no era panafricanista sino más bien creía que toda la
humanidad estaba ligada entre sí y entre más nos ayudáramos unos a otros más
humanidad como personas tendríamos.
Cómo nos hará
falta Mandela en este mundo tan necesitado de lucha y compromiso solidario.
(*)Columnista de ContraPunto
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