Teología neoliberal como teología política



Moisés Gómez (*) “Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males” (1 Tim 6:10)


SAN SALVADOR-Legitimar el status quo que beneficia a unos pocos en detrimento de las grandes mayorías es tarea siempre importante y urgente del pensamiento conservador. Legitimar las desigualdades económicas que provoca la economía neoliberal y por otra parte, fortalecer la cultura conservadora que defiende supuestos valores “tradicionales” de la sociedad capitalista, son las dos caras de una misma moneda: la sacralización de las relaciones socioeconómicas instauradas por el paradigma neoliberal. Ante esta realidad es que hace falta más pensamiento crítico que desenmascare esta teología neoliberal y su conservatismo político.

Para el pensador Franz Hinkelammert la realidad social latinoamericana necesita una teología que desenmascare la idolatría y la espiritualidad de aquellos que se dicen “cristianos”. En nuestro medio social, posturas no sólo anticristianas sino antihumanas, como la que defiende la teología neoliberal tiene sus esbirros que ponen todos sus recursos para difundirla tal como el editorialista del Diario de Hoy que en su columna del pasado  8 de octubre, argumentaba que “fue Dios quien dispuso que existiera la desigualdad”http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_opinion.asp?idCat=50838&idArt=7325768) Al decir de Hinkelammert, se hace necesaria una crítica del cielo (es decir, una crítica de la mentalidad del sujeto) cuando se analiza la espiritualidad presente en determinada situación humana como la de nuestros países. Se requiere un discernimiento profundo que nos lleve al entendimiento, la crítica y su respectiva evaluación. 

En la realidad latinoamericana podemos constatar que el discernimiento de los dioses está en los orígenes de la teología de la liberación “una teología que nunca discutió la alternativa ateísmo/teísmo como un problema, sino siempre el problema de la idolatría/fe”. Una manera de legitimar la injusticia económica se basa en una equivocada fe y en una interpretación de Dios que en realidad es unídolo. América Latina y nuestro país sufren el mal de la idolatría. A esa conclusión llegamos después de un análisis de las divinizaciones a partir de la vida real: se diviniza la propiedad privada, la riqueza, las clases sociales, las relaciones sociales del tipo amo/esclavo, el libre mercado, etc.
Aproximadamente en 1970 el pensamiento conservador crea la teología neoliberal para combatir la teología de la liberación y pretende hacer suya la lucha de los pobres y su emancipación, pero no lo hace reconociéndolos como sujetos corporales y necesitados que mutuamente se reconocen, sino que lo hace a partir de un enfoque individualista y dualista enmarcado en el spencerismo social (mal llamado darwinismo social) “la teología del imperio neoliberal, en cambio, no puede enfocar al pobre sino como un objeto de los otros, quienes no son pobres”  y por ello se la puede tildar de una teología anti-liberadora. 

Esta teología neoliberal pregona la caridad hacia otro ser humano; pero jamás aceptará transformar la sociedad desigual porque la considera obra divina, la posición social de los más afortunados como de los menos afortunados es cuestión natural. No es casual las declaraciones de Mitt Romney en los EE.UU: “no me preocupan los estadounidenses muy pobres, agencias del Estado siempre se ocupan de ellos”. La no-preocupación viene dada por la creencia que los pobres son producto necesario de la evolución social pero que en la lucha y por ser los eslabones débiles perecerán y los más fuertes prosperarán fortaleciendo así “naturalmente” la sociedad. Fuertes significa en la teología neoliberal: raza blanca, tener éxito empresarial, mucho dinero, liderazgo político y religioso.

La teología neoliberal se presenta como apolítica frente a la teología de la liberación a la que acusó de ser una expresión marxista, no sólo eso, extendió este juicio hacia todo aquel cristiano que creyera en la liberación de la opresión humana. Sin embargo sus miembros como freemenhan jurado defender y promover sus derechos por medio de un gobierno libre (Libro del Mormón, Alma 51: 6-7) 

En Estados Unidos y continuando siempre con Romney vemos que es frecuente que argumente su aversión hacia los procesos políticos progresistas que atraviesa América Latina. Desde la teología neoliberal se critica y cuestiona a los utópicos, a los que creen que todavía otro mundo es posible. Y sin embargo, la teología neoliberal y conservadora defiende una utopía que caracteriza como “realista” y frente a la cual ya no hay otra alternativa: lo realista es respetar el contrato y la propiedad privada; un mundo capitalista con libre mercado y la democracia como simple método político vacío de toda referencia ética. 

Los neoliberales y su teología no son utopistas son “pragmáticos”: la sociedad neoliberal es la única alternativa. ¿Cómo puede avanzar una sociedad como la nuestra si el progreso y la humanización de unos pocos, es a costa del sacrificio de muchos que nacieron para ser borregos del matadero de la historia neoliberal?

En América Latina la mentalidad conservadora y anti-utópica defendida por la teología neoliberal ya es más o menos una creencia trasnochada que sólo existe en la cavernícola pluma del editorialista del Diario de Hoy. No obstante, es una opción política como lo muestra el candidato Romney en los EE.UU. Vemos así como el cielo y la tierra están más cerca cuando se hace política….
(*) Columnista de ContraPunto

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