“Ifigenia y la occidentalización. El drama de los países subdesarrollados o la fe de Abraham”
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Se podría hablar de alternativas, por ejemplo Abraham quien no mató a su hijo Isaac. Pero, claro ya todos sabemos la historia de los judíos: “Llama la atención que en el desarrollo del mito de Ifigenia, jamás aparece aquella fe de Abraham que consiste en no matar a su hijo; (…) Abraham, quien por fe no sacrifica a su hijo Isaac, jamás puede conquistar y destruir Troya. Si Agamenón hubiera sido un Abraham y los griegos hubieran aceptado esta fe, ellos no habrían conquistado Troya.(…), la historia judía es una prueba: los judíos al tener la fe de Abraham, apenas pueden sostener la tierra prometida y jamás son capaces de ganar ninguna guerra de conquista” [1] Es decir que efectivamente, hay alternativa para que el padre no mate a su hijo, existe la opción para no sacrificar al hijo pero el resultado, al parecer, a nadie le gusta ya que no conduce a la dominación, ni a la usurpación ni al sometimiento de nada. La fe de Abraham no es una opción viable para los que pretenden alcanzar mayores grados de civilización ya que ésta únicamente se alcanza cuando el sacrificio humano del hijo está de por medio.
Está claro que los hijos sacrificados no tienen padre ya que ningún padre que realmente ame a su hijo, llegaría al extremo de matarlo, si lo hace es porque verdaderamente no es su padre o no es su hijo y si extendemos este criterio hasta la esfera divina y realizamos el discernimiento de los dioses, podríamos sostener que, el dios que pida la muerte de un ser humano no es verdadero Dios, en nuestro contexto y por la teología de la liberación hemos llegado a comprender que Dios es dador de vida y que los ídolos o falsos dioses son los que exigen la muerte. Es esta la auténtica lección de vida dada por Abraham al no matar a su hijo, y también es la lección de amor del Dios de Abraham quien no permite que un ser humano muera porque es Dios de vida, se trata de la opción por la vida.
La lógica del padre que sacrifica a su hijo sigue vigente hoy en día a través de la idea del progreso. Vamos a seguir la lógica de los países desarrollados, ellos se comportan con los países tercermundistas como sus hermanos mayores o más bien como sus padres, en términos de desarrollo económico y bienestar ellos saben lo mejor para esos países. Sostienen ellos que para alcanzar altos niveles de vida es necesario que los países tercermundistas reestructuren sus economías y paguen su deuda externa. Pedir que los países subdesarrollados paguen la deuda es como pedir el sacrificio del hijo. Hay que sacrificar a nuestros hijos hoy para que algún día tengamos más desarrollo, más progreso económico.
La cuestión es ¿acaso no hay más alternativas para alcanzar el desarrollo deseado, es necesario alcanzar algún progreso pagando tan caro ese “desarrollo humano”? porqué no optamos como países tercermundistas otras vías de alcanzar la integralidad humana que no pase por el sacrificio de unos en beneficio de otros. Volviendo a la fe de Abraham: porque no optamos por no matar a nuestros hijos o lo que es lo mismo no pagar la deuda externa y aunque ello signifique no ser nunca “países desarrollados”. Debemos renunciar a ese progreso, los países ricos deben renunciar a matar a sus hijos subdesarrollados, puede costarnos lo que les costó a los judíos la decisión de Abraham de no sacrificar a su hijo Isaac, nunca alcanzar, como sostiene Hinkelammert en el texto citado más arriba: …los judíos al tener la fe de Abraham, apenas pueden sostener la tierra prometida y jamás son capaces de ganar ninguna guerra de conquista”. Para los países subdesarrollados nuestra guerra de conquista la hacemos contra nuestra pobreza estructural pero debemos comprender que si para erradicarla hay que pagar la deuda externa esa vía nos conduce al suicidio y no al susodicho desarrollo anhelado.
Para los países desarrollados al igual que Agamenón, la ruta del sacrificio los lleva a una conquista temporal si logran que se les pague la deuda, digo temporal ya que su tan sonado desarrollo y progreso no es sostenible y tarde o temprano hallarán, tal ocurrió con Agamenón, su Clitemnestra que enfurecida aniquiló al causante de la muerte de su hija Ifigenia.
Para los países desarrollados su Clitemnestra puede ser
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