“Ifigenia y la occidentalización. El drama de los países subdesarrollados o la fe de Abraham”

En la Ifigenia de Eurípides se nos presenta la tragedia de una hija que debe ser sacrificada por su propio padre para que así puedan los ejércitos griegos conquistar Troya. Una vez hecho el sacrificio la victoria está dada y garantizada por los dioses por intermedio del sacrificio. La pregunta es si este sacrificio es necesario. La respuesta es obvia: se necesita someter a los demás y ello se hará aunque se tenga que sacrificar a nuestros hijos. Para comprender la eficacia de este principio no es menester ir tan lejos: hoy, en nuestros días, muchas familias, especialmente en los EE.UU, sufren el drama de ver como sus hijos van a guerras y muchos de ellos están muriendo. Están muriendo y seguirán muriendo porque sus gobiernos han decidido sacrificarlos en orden a someter a otras naciones. Este sacrificio de los hijos debe tener un sentido, éste viene dado por la conquista, por la invasión a culturas, tierras, bienes y lo más importante la eliminación de los enemigos; que si no se eliminan, entonces, el sacrificio de estos hijos se convierte en asesinato, son asesinados por su propio gobierno.

Se podría hablar de alternativas, por ejemplo Abraham quien no mató a su hijo Isaac. Pero, claro ya todos sabemos la historia de los judíos: “Llama la atención que en el desarrollo del mito de Ifigenia, jamás aparece aquella fe de Abraham que consiste en no matar a su hijo; (…) Abraham, quien por fe no sacrifica a su hijo Isaac, jamás puede conquistar y destruir Troya. Si Agamenón hubiera sido un Abraham y los griegos hubieran aceptado esta fe, ellos no habrían conquistado Troya.(…), la historia judía es una prueba: los judíos al tener la fe de Abraham, apenas pueden sostener la tierra prometida y jamás son capaces de ganar ninguna guerra de conquista” [1] Es decir que efectivamente, hay alternativa para que el padre no mate a su hijo, existe la opción para no sacrificar al hijo pero el resultado, al parecer, a nadie le gusta ya que no conduce a la dominación, ni a la usurpación ni al sometimiento de nada. La fe de Abraham no es una opción viable para los que pretenden alcanzar mayores grados de civilización ya que ésta únicamente se alcanza cuando el sacrificio humano del hijo está de por medio.

Está claro que los hijos sacrificados no tienen padre ya que ningún padre que realmente ame a su hijo, llegaría al extremo de matarlo, si lo hace es porque verdaderamente no es su padre o no es su hijo y si extendemos este criterio hasta la esfera divina y realizamos el discernimiento de los dioses, podríamos sostener que, el dios que pida la muerte de un ser humano no es verdadero Dios, en nuestro contexto y por la teología de la liberación hemos llegado a comprender que Dios es dador de vida y que los ídolos o falsos dioses son los que exigen la muerte. Es esta la auténtica lección de vida dada por Abraham al no matar a su hijo, y también es la lección de amor del Dios de Abraham quien no permite que un ser humano muera porque es Dios de vida, se trata de la opción por la vida.

La lógica del padre que sacrifica a su hijo sigue vigente hoy en día a través de la idea del progreso. Vamos a seguir la lógica de los países desarrollados, ellos se comportan con los países tercermundistas como sus hermanos mayores o más bien como sus padres, en términos de desarrollo económico y bienestar ellos saben lo mejor para esos países. Sostienen ellos que para alcanzar altos niveles de vida es necesario que los países tercermundistas reestructuren sus economías y paguen su deuda externa. Pedir que los países subdesarrollados paguen la deuda es como pedir el sacrificio del hijo. Hay que sacrificar a nuestros hijos hoy para que algún día tengamos más desarrollo, más progreso económico.

La cuestión es ¿acaso no hay más alternativas para alcanzar el desarrollo deseado, es necesario alcanzar algún progreso pagando tan caro ese “desarrollo humano”? porqué no optamos como países tercermundistas otras vías de alcanzar la integralidad humana que no pase por el sacrificio de unos en beneficio de otros. Volviendo a la fe de Abraham: porque no optamos por no matar a nuestros hijos o lo que es lo mismo no pagar la deuda externa y aunque ello signifique no ser nunca “países desarrollados”. Debemos renunciar a ese progreso, los países ricos deben renunciar a matar a sus hijos subdesarrollados, puede costarnos lo que les costó a los judíos la decisión de Abraham de no sacrificar a su hijo Isaac, nunca alcanzar, como sostiene Hinkelammert en el texto citado más arriba: …los judíos al tener la fe de Abraham, apenas pueden sostener la tierra prometida y jamás son capaces de ganar ninguna guerra de conquista”. Para los países subdesarrollados nuestra guerra de conquista la hacemos contra nuestra pobreza estructural pero debemos comprender que si para erradicarla hay que pagar la deuda externa esa vía nos conduce al suicidio y no al susodicho desarrollo anhelado.

Para los países desarrollados al igual que Agamenón, la ruta del sacrificio los lleva a una conquista temporal si logran que se les pague la deuda, digo temporal ya que su tan sonado desarrollo y progreso no es sostenible y tarde o temprano hallarán, tal ocurrió con Agamenón, su Clitemnestra que enfurecida aniquiló al causante de la muerte de su hija Ifigenia.

Para los países desarrollados su Clitemnestra puede ser la Tierra, la Naturaleza, la Pacha Mama de los Incas o tal como Elsa Tamez en su texto La fuerza del desnudo El rostro femenino de la teología. (San José, DEI, 1986) nos revela la fuerza del puro desnudo como transformador de la historia, por ejemplo Chimalma vence al gran Mixóatl con la pura fuerza de su cuerpo desnudo: Entonces Chimalma salió de su escondite para buscar a Mixcóatl. Cuando lo halló, hizo lo mismo que la primera vez, se quitó sus armas y el escudo, los puso en el suelo y se quedó de pie frente a él, desnuda. Mixcóatl también hizo lo mismo que la primera vez, la atacó con sus flechas y falló en todas las ocasiones. Entonces, viendo que no se podían matar entre sí, se unieron y concibieron a Quetzalcóatl” [2]. Tanto en los mitos griegos como americanos siempre destaca la figura de la mujer como emancipadora de la humanidad, como volviendo las cosas a su “curso normal”, pero Tamez continua diciendo sobre Chimalma y sobre Mixcóatl: “Este segundo relato de nacimiento permite hacer diferentes relecturas positivas para las mujeres y para la fundación de sociedades pacíficas. El desnudo de Chimalma es una invitación a que Mixcóatl, símbolo de guerra, se desnude y reinvente la historia, una nueva humanidad”.[3] El grito desnudo de la Tierra expresado en fenómenos como el calentamiento global, las sequias, las hambrunas quizá inviten a estos países “desarrollados” a cambiar el rumbo de la humanidad para bien de todos.

Me gusta de la historia de Chimalma y Mixcóatl la idea de que no se pueden matar entre sí: quizás los países desarrollados entiendan que formamos una fusión con la Tierra y que nuestro progreso o desarrollo la está depredando y eso va contra nosotros mismos.

San Salvador abril de 2008.
Moisés Gómez

[1] F. Hinkelammert: La Ifigenia del occidente..; pág. 14

[2] Citado por E. Tamez: Diosas asesinadas y diosas que no se dejan matar, Revista Pasos Nro.: 130-Segunda Época 2007. Marzo - Abril

[3] Ibíd.

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