Crítica al humanitarismo occidental. Mecanismos de sacrificialidad y estrategias de legitimación: automatismo, despolitización, fetichización.


En esta breve reflexión voy a tratar de aproximarme al pensamiento de Žižek, referente a los conceptos del binomio humanidad/inhumanidad, voy a centrarme en la manera en que realiza la despolitización de tales conceptos. Žižek considera que “…toda determinación normativa de lo sólo es posible contra un espacio impenetrable de lo , de algo que permanece opaco y que resiste su inclusión en cualquier reconstrucción narrativa de lo que se considera como [1]. Žižek pone el ejemplo del filósofo Levinas quien en su intento por definir lo propio humano acuña la categorías de “Otro” y “Rostro” para indicar que se trata de Otro absolutamente otro distinto de mi mismo: pensar la humanidad sería pensar en términos del rostro del “otro” que me interpela, me encuentro con la humanidad cuando me sitúo cara a cara ante el “otro”. Aquí se da la encrucijada ética: como respondo ante esta interpelación. Žižek postula una suspensión política de la ética, pero ¿qué significa ello? ¿Es posible responder la demanda del Otro desde el planteamiento de Levinas?




Žižek cuestiona este “rostro” humano en tanto y en cuanto “Otro” humano que Levinas propone. Le ve muchas limitantes, aquí nos vamos a detener en la que consideramos más decisiva para nuestro fin: “…lo que no logra explicar Levinas, con toda su celebración de la Otredad, no es cierta similitud subyacente en todos los humanos, sino la propia radical Otredad : la Otredad de un ser humano reducido a la inhumanidad, la Otredad ejemplificada por la terrorífica figura del Musulmannen, de los en los campos de concentración” [2]. Desde el punto de vista de Žižek el Musulmannen representa un “Otro” sin “rostro”, al no tener un rostro se nos hace imposible una relación humana del tipo levinasiano “cara a cara”. Es imposible establecer un contacto ya que carece de “rostro” y por lo tanto es nadie, está vivo pero es como si estuviera muerto y por eso le llama Žižek muertos vivos.



El fantasma vuelve: Žižek sostiene que esta limitación de Levinas se debe a su pensamiento eurocéntrico “…que excluye secretamente a los no europeos por no ser completamente humanos” [3], aquí es menester dar un salto de lo humano que vimos en Levinas a lo inhumano: inhumano es el Musulmannen, el africano, el asiático, el indígena, el que no postula el mercado como Totalidad a través de la globalización. En la figura del Musulmannen se descarga lo que entendemos por inhumanidad: él es inhumano. “…significa algo claramente diferente, centralmente el hecho de que él no es humano ni inhumano, sino que está marcado por un aterrorizante exceso que, a pesar de que niega lo que comprendemos como es inherente a ser humano” [4].



Ya en un estudio más profundo si a Žižek le preguntamos ¿quién es el sujeto humano? nos respondería de la mano de Lacan: “el sujeto es el vacío de la imposibilidad de responder la pregunta del Otro” [5] como vemos en la cita no es el sujeto el que pregunta sino el que responde, el que no puede decir ¡aquí estoy!, su respuesta es su pura presencia, nada más, únicamente está ahí.




Desde la óptica de Žižek lo auténticamente humano se representa ante nuestros ojos cuando “tropezamos” con un rostro distorsionado o más bien cuando nos tropezamos con aquellos seres humanos que han perdido su rostro, son los “sin rostro” los que nos revelan lo que significa la humanidad, en los sin rostro (los miles de millones de musulmannens) se aprecia la ambigüedad de la humanidad: por un lado se lucha para alcanzar mejores niveles de desarrollo humano que eleven la calidad de vida de las personas y por otro lado, alcanzar esos niveles de desarrollo humano no está disponible para todos sino para unos pocos. El desarrollo humano actual es como la máquina kafkiana: no es sustentable para todos ya que necesita sacrificar, inhumanizar a grandes segmentos de población que simplemente son invisibilizados, son “muertos vivos”, son como el oficial de la Colonia penitenciaria de Kafka, cuando el explorador ordena que dejen libre al condenado, el oficial a cargo se coloca en lugar del condenado porque “la máquina debe seguir funcionando”. Es decir que lo que conocemos como humanidad necesita de un contrapeso de inhumanidad, es la otra cara del denominado progreso. Desde la geopolítica vemos como en nombre de lo que conocemos como humanidad se enarbolan banderas y movimientos “humanitarios” pero su existencia sólo es posible, en la mayoría de casos, por la negativa de una parte de la humanidad a entablar relaciones con los “sin rostro”, el genocidio entre hutus y tutsis se pudo haber evitado si Bélgica hubiera renunciado a seguir controlando políticamente la región, lo mismo se puede decir del régimen sudafricano, se pudo haber evitado el Apartheid pero no se hizo por los enormes intereses económicos relacionados con la minería. En ambos casos intervino la “solidaridad” internacional mandando fuerzas de paz y formando comisiones de la verdad. La única “verdad” es que están determinadas por un destino: existen para que otros existan. “Son muertos vivos”.


La modernidad funciona así, es imperial y exige tributo de sus conquistados pero no los reconoce más que para reducirlos humanamente: la respuesta que damos a los “sin rostro” le podemos llamar humanitarismo, vigencia de los derechos humanos, guerra justa, intervenciones para salvar la democracia etc., son válidas en tanto y en cuanto estas “víctimas” sigan, permanezcan sin tener “un rostro”. Es una respuesta que nos hace sentir bien, nos solidariza con los que sufren y representa el anhelo de que no haya seres humanos a los que se les violen sus derechos humanos. ¿Pero es esto suficiente? El error consiste en que la modernidad se ha construido, ante la imposibilidad, ante la indecible experiencia traumática del Musulmannen, ante el vacío que representa su presencia, un sujeto como víctima, ante el cual responde humanitariamente, pero realmente este sujeto no es el auténtico Sujeto, es una construcción que le sirve para satisfacer las propias expectativas del ciudadano moderno. La cuestión es que, mientras los conquistadores se humanizan, los conquistados se deshumanizan en la misma proporción. Despolitizar los conceptos de humanidad/inhumanidad significa abrirnos a ver la realidad histórica simbólicamente expresada pero ello exige, comprender que todavía hay más, hay un plus que nos resistimos a aceptar ya sea por conveniencia del tipo político, económico, cultural etc.; o simplemente por pura comodidad.



moisés gómez

San Salvador, marzo de 2008.



[1] Compendio de lecturas: Žižek, S., La suspensión política de la ética, pág. 101-102

[2] Ibíd. Pág. 104

[3] Ibíd. Pág. 101

[4] Ibíd. Pág. 104

[5] Žižek, S.: El sublime objeto de la ideología, Siglo XXI Ed, Buenos Aires, 2003, pág. 232

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