“Elementos de la filosofía ellacuriana útiles para fundamentar paradigmas de emancipación contemporáneos”


 El punto de partida de la urgencia de la actualización de las categorías contenidas en el corpus de la obra ellacuriana es la misma cruda realidad:

La necesidad de liberación sigue patente. El capitalismo neoliberal y globalizante no ha respondido a los problemas de miseria, hambre y analfabetismo de sectores cada vez mayores. Proponer un pensamiento y una praxis liberadora implica asumir esa realidad. En ese sentido, el pensamiento filosófico, teológico y político de Ignacio Ellacuría tienen una importancia capital[1].

No se trata de especular sobre discursos irrelevantes pero cargados de erudición. Se trata de contribuir positivamente a las transformaciones sociales pendientes y de humanizarnos con nuevos argumentos que sostengan las luchas populares por hacer y fortalecer teóricamente los procesos de cambio ya emprendidos.

1-Elementos filosóficos de Ignacio Ellacuría que podrían fundamentar paradigmas emancipatorios actuales.

1.1. Un elemento como punto de partida es su concepción antropológica de raigambre zubiriana:

En el hombre lo orgánico potencia y enriquece lo psíquico y lo psíquico potencia y enriquece lo orgánico. No cabe tratamiento alguno de cualquier problema humano sin la aceptación consciente de este hecho. El planteamiento zubiriano, precisamente por partir de la más estricta materialidad y no abandonarla en momento alguno, muestra cómo el hombre no es un puro animal perfeccionado, cómo el hombre no queda encerrado en los límites de la pura animalidad[2]

Respecto de la actividad energeia o praxis como afirma Marx en otro texto ya clásico sobre la ideología alemana, vemos que hay una sintonía entre Ellacuría y Marx al respecto de la praxis del ser humano:

Tanto teórica como prácticamente el hombre ha de habérselas con la realidad y en ese habérselas –hacerse cargo de la realidad, cargar con ella y encargarse de ella- se le irá descubriendo lo que ella es en realidad, lo que ella es y el sentido que le corresponde junto con las posibilidades reales de transformación de esa realidad, de ese ser y de ese sentido[3]

Este planteamiento antropológico nos permitirá identificar y fundamentar solo aquellos paradigmas o proyectos emancipatorios que presupongan una visión de liberación social compatible con la complejidad de la naturaleza sui generis del ser humano y que esos proyectos de liberación lo potencien hacia más humanización por medio de la praxis humana triplemente considerada propuesta por Ellacuría de: hacerse cargo de la realidad, cargar con la realidad y encargarse de ella; con esto señalamos la fundamentación ética que proporciona la obra ellacuriana considerada en su conjunto.

La riqueza de este planteamiento antropológico ellacuriano eleva a otro nivel social el desarrollo de un proyecto de izquierda y socialista alejado de aquellos proyectos emancipatorios del socialismo leninista, estalinista o maoísta que partían de una concepción de ser humano reducido a mera caricatura humana al reducirlo estrictamente a ser un producto de la biología y la química sin mayor trascendencia, conceptos antropológicos que cazaron muy bien con sistemas economicistas que finalmente fueron abortados por la misma historia. También desde la antropología ellacuriana se fundamenta una crítica radical que denuncia y elimina la viabilidad del proyecto civilizatorio de la filosofía liberal capitalista a partir del homo oeconomicus que solo es viable en mundo fragmentado y que necesitaría cinco planetas como la Tierra para ser una propuesta universalizable a otros sujetos similares.       

1.2. Las categorías de liberación y de realidad histórica.
Creo que es vital una correcta comprensión de la realidad histórica en cualquier proyecto de emancipación social, situado en unas coordenadas espacio-temporales. Se trata de apropiación de  posibilidades de liberación según la altura procesual que nos hace actuar apegados a la realidad sin más; y que, por otra parte, muestran la madurez política de Ellacuría y casi retoman aquellas palabras de Maquiavelo en su Príncipe cuando afirma que muchos han soñado con repúblicas y principados que nunca se supo que hayan existido realmente[4]:

Para entender cabalmente este planteamiento, hay que señalar que, en la visión ellacuriana, lo que define una época histórica es la altura procesual que hace referencia inmediata al proceso de la realidad histórica, que en cada caso da lugar a un determinado sistema de posibilidades (sistemas de creencias e ideas, de instituciones sociales y políticas, de relaciones de producción, etc.) que condiciona el carácter real de las acciones humanas en una época histórica o en un determinado tiempo[5].

Ellacuría nos plantea con las categorías de realidad histórica y de altura procesual un nuevo realismo[6] político de corte humanista liberador; que no ofrece una escalera al cielo pero tampoco un suicidio de la humanidad sino que deja abierta la libertad humana en juego con la realidad históricamente considerada como dinámica, procesual y siempre abierta al círculo virtuoso de capacitación y apropiación humana de posibilidades. Plantea Ellacuría que debemos construir el proyecto liberador con nuestra propia praxis humana condicionada y/o con los recursos sociales, naturales, espirituales que dispongamos apostar sin más ni menos.

Eso es lo que han hecho Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y eso es lo que podemos hacer actualmente en El Salvador. Podría ser más, podría ser menos, sin embargo se va en la dirección de humanización correcta.

Desde un punto de vista teológico Ellacuría es coherente con su pensamiento filosófico liberador antes expuesto:

La liberación es por lo pronto una tarea histórica y, dentro de la historia, una tarea socio-económica. Esa tarea la demanda y a eso había que responder. No era pequeña la demanda ni fácil la respuesta. En el elemento estructural histórico de lo socio-económico se debatía en gran parte el destino mismo del hombre y de la humanidad, pero se debatía también la realidad misma de Dios de cara a la salvación de los hombres. El precedente originario estaba en el Éxodo. La misma experiencia de un pueblo oprimido que en su opresión-liberación descubre al Dios liberador, que se le revela fundacional y fundamentalmente en una determinada experiencia histórica, se va dando en un nuevo pueblo oprimido. Dios será para los israelitas el Dios liberador que les sacó de la opresión socio-económica de los egipcios y a partir de esta liberación histórica los israelitas irán descubriendo la riqueza siempre mayor de Dios y la plenitud mayor de la salvación-liberación[7].

Si bien es cierto el protagonismo es del ser humano, y por tanto, es vital y radicalmente importante, no obstante, en Ellacuría el mayor peso del cambio social recae en las estructuras históricas y dentro ellas, especialmente, es clave, el aspecto socioeconómico, que condiciona la acción de los sujetos humanos sobre todo en lo que tienen de negativismo estructural o mal histórico.      

La liberación que propone Ellacuría radicaliza la libertad de los modernos por cuanto aquella es real, concreta, material en otras palabras en física; mientras que la libertad moderna apenas sería liberalización o sea un fetiche o en todo caso un obstáculo para una verdadera y justa liberación porque en la práctica histórica, la libertad de unos pocos se debe a la esclavitud (asalariada según Marx) de las mayorías pobres:

La liberación en el ámbito histórico implica liberar al ser humano de lo que mantiene oprimidas sus potencialidades y que, a su vez, le impide ser «actor y autor» de su propio destino. En el contexto mundial, pero más específicamente en el contexto latinoamericano, hay una serie de estructuras de poder político, económico y social, históricamente determinadas, que impiden que las mayorías populares sean protagonistas y creadores de su propia historia[8].

A modo de conclusiones diría que los elementos filosóficos antes mencionados serían más que necesarios para sostener cualquier proyecto emancipador con pretensiones universalizantes. Aunque haría falta una idea de progreso y de razón científico-técnica así como una metafísica; mínimamente con la presencia de los elementos anteriores se podría defender y sustentar cualquier paradigma distinto y opuesto al actual sistema capitalista. 

Moisés Vladimir Gómez, Departamento de Filosofía, UCA ES



[1] Alvarenga, L.,  Fundamentos filosóficos de la crítica ellacuriana al movimiento revolucionario. Documento en línea: http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/alvarenga1.html 

[2] Samour, H., Filosofía y liberación. Documento en línea: http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/samour1.html#_ednref67  

[3] Ibidem.

[4] Cf. Maquiavelo, N., El Príncipe, Alianza Ed. Madrid. 1988.

[5] Samour H El concepto del “mal común” y la crítica a la civilización del capital en Ignacio Ellacuría. ECA 732 pág. 8. Cursivas son de Samour.

[6] “Es realismo, porque la primacía la tiene siempre la realidad; pero no se trata de cualquier realidad, sino de la realidad que se actualiza impresivamente en el ámbito de la actividad humana de transformación o de realización. Es materialista, porque asume que todo cuanto se da en la realidad humana y en su actividad, individual, social o históricamente considerada, es estrictamente material o tiene una actualidad material. Pero es abierto, porque en la misma realidad humana se da constitutivamente un principio de apertura y transcendencia, que la hace irreductible a cualquier otra realidad o a límites estrictamente cerrados” Cf. Samour, H., Filosofía y liberación; Op. Cit.

[7] Cf. Ellacuría, I., Liberación; documento en línea: http://servicioskoinonia.org/relat/078.htm (este texto apareció originalmente en : «Revista Latinoamericana de Teología», San Salvador, 30(diciembre 93) 213-232

[8] Alvarenga, L. Fundamentos filosóficos de la crítica ellacuriana al movimiento revolucionario. Op. Cit.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No-persona y Estado de Excepción.

El Nacionalismo no es opción política. (I)

Ideas para la seguridad en buses interdepartamentales. (1)