“El concepto de "mal común" y la crítica a la civilización del capital” en Ignacio Ellacuría.




1-    La validez del concepto de civilización de la pobreza.

De la mano de Ellacuría vemos que las estructuras del mal son cada vez más profundas y anchura global. En lo económico, político, cultural, religioso, en lo jurídico; la convivencia humana se ha tornado cada día más precaria y violenta ante todo. Este sistema capitalista imperante nos transforma socialmente en hombres y mujeres hobbesianos: homo homine lupus como modo único de desarrollarse humanamente.

Aunque para Ellacuría el mal común estructural presenta por lo menos tres características: afecta a varias personas, tiene la capacidad de propagarse o comunicarse y tiene un carácter estructural y dinámico; es decir que por su dinamismo estructural tiene la capacidad de hacer malos a los que forman la mayor parte de la unidad social[1]; a pesar de todas estas características señaladas, no obstante, es un producto histórico. Se trata de considerar el mal común estructural como término de unas opciones socialmente adoptadas por los seres humanos.

El problema estriba en que el sistema social arraigado en la acumulación de dinero por ser dinero sigue haciendo estragos en términos de desigualdad social: los súper ricos –ese famoso 1 por ciento nombrado e identificado por el movimiento Ocupa Wall Street– son aún más ricos de lo que uno se puede imaginar. En 1973 captaban 25 por ciento de la riqueza total del país más rico del mundo, y hoy día han capturado más de 40 por ciento[2] lo que refleja un nivel de idolatrización del dios dinero que rebasa cualquier otra época. Por otra parte, esa actitud egoísta del ser humano aprendida socialmente actualmente tiene repercusiones en otros ámbitos:

La diversidad terrestre se reduce a paso acelerado por efecto de la destrucción de hábitats naturales, destrucción que incluye el deterioro actual debido al recalentamiento del clima. También hay deterioro por la propagación de especies invasoras, por la contaminación ambiental y la sobreexplotación. Si no conseguimos reducir esos fenómenos causados por el hombre podría suceder que a finales del presente siglo XXI hayamos perdido la mitad de las especies vegetales y animales de la Tierra[3].

En términos de paz o bien común vemos que el mundo se desmorona y que las instancias garantes de un nuevo orden de paz solo son testigos ciegos y mudos de las guerras y conflictos que nos agobian: los conflictos en Irak, Siria, Afganistán, Sudán y República Centroafricana, Ucrania, Somalia, Palestina y Malí apenas son indicadores de otras tantas guerras que no llaman tanto la atención del mundo occidental.

En términos de salud mundial y pese a los grandes avances en biología y genética, farmacología y química las tragedias humanitarias han legitimado invasiones militares para restablecer el “orden” social para alinear los países afectados por algunas enfermedades o catástrofes naturales (como la invasión a Haití) en función de intereses de las potencias dominantes como pueden ser los Estados Unidos, Alemania (basta con examinar la recién epidemia del mal de ébola y la fiebre de diamantes de Europa y USA) para inferir hasta de lo que son capaces de hacer las potencias cuando quieren los recursos naturales de los países pobres.

El hambre sigue siendo un mal común aunque haya desde Ellacuría la capacidad para producir y reproducir alimentos para todos.
Por estas y otras razones creo que la vigencia de implementar otra manera de convivencia es tan actual y necesaria.

2-    La simbiosis entre la propuesta de Ellacuría y otros planteamientos similares de los movimientos sociales altermundistas.

Por donde no hay coincidencias. Lo primero que hay que afirmar es que Ellacuría no coincide bajo ningún punto de vista con movimientos aparentemente revulsivos postmodernos dentro del sistema capitalista tales como son los new age, esoteristas, de la magia y en general los llamados neoespiritualistas. Todas estas expresiones parecen fragmentar y sirven de opio o propuestas adormecedoras de cualquier verdadero proceso de emancipación social humana, pero, que, de algún modo los que practican esos creencias piensan que les sirve para “liberarse”. Creo que Ellacuría no apoyaría tal liberación por razones de su antropología y su metafísica, ya ni se diga desde su idea de realidad histórica.

Parece que hay un acuerdo implícito entre las propuestas provenientes de los altermundistas y desde los socialistas: en la dirección que vamos nos dirigimos al exterminio mutuo. Vamos a la destrucción como especie si seguimos el actual paradigma civilizatorio. Hay que globalizar la riqueza pero también la pobreza, que las externalidades económicas sean compartidas pero más que todo evitar aquellos desarrollos sociales que implican u obligan a pagar costos de producción humanos altos.
También quisiera enumerar algunas coincidencias.

a) Actuar desde lo local pero con perspectiva global.
Se necesita reorganizar las fuerzas sociales desde lo privado a lo público, me refiero a familias, comunidades, ciudades, países, regiones, continentes, formado alianzas intercontinentales, organizados y coordinados. Todo lo que ocurre en la comunidad afecta al mundo y viceversa, ya no hay espacios estancos. Ellacuría pensaba por eso en salvar la especie y no únicamente a un individuo o grupo de individuos, su concepción de sociedad no anula lo personal ni lo social sino que se complementan y se co-determinan para bien o mal lo que pasa en cualquier nivel.

b) Acciones de corto y largo plazo.

Resistir: es una acción de corto plazo, hay que organizar resistencias aquí y allá para exigir nuestros derechos humanos, es decir se trata de aguantar activamente el actual sistema jurídico político económico religioso con todas sus leyes.

Interpelar: a corto, mediano y largo plazo hay que interpelar al sistema desde el punto de vista del sujeto humano y superar el mercadocentrismo o capitalcentrismo como bien sostiene Hinkelammert (ver El nihilismo al desnudo: los tiempos de la golobalización. http://bit.ly/1zlrIeI) Ellacuría decía que el pueblo haga oír su voz y con eso invita a interpelar al sistema.

Intervenir: es otra cuestión. Ellacuría hablaba de que el Estado debía regular al mercado en términos de la asignación de precios, también quizá aquí se oye la voz de Ibisate, gran economista y compañero de viaje de Ellacuría. Intervenir todos los ámbitos que garanticen la reproducción y producción de las condiciones materiales para la vida de sujetos humanos del presente y del futuro.

 Moisés Vladimir Gómez, Departamento de Filosofía, UCA ES





[1] Cf. Samour H El concepto del “mal común” y la crítica a la civilización del capital en Ignacio Ellacuría. ECA 732 pág. 10.
[2] Cf. Brooks D “Destruyendo el sueño” Artículo de opinión en diario la  Jornada  publicado el 20 de octubre. Disponible aquí: http://bit.ly/1zl4sh3
[3] Osborne Wilson, E. (2007): La creación: salvemos la vida en la Tierra. Editorial Katz, 2007, pág. 174-175

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