¿Y cuál es el miedo?
Indigna que Arena, Fusades, Anep y la mayoría
de los agrupados bajo la etiqueta de “derecha” política y económica quieran
descalificar al Fmln y, en términos generales, a la “izquierda” por atribuirles
que, de ganar en esta segunda vuelta electoral, podrían modificar o cambiar la Constitución. ¿Y
cuál es el problema?
Es realista afirmar
que la Constitución
no debería estar desvinculada de los tiempos que vivimos; la cultura
democrática actual exige reformar o modificar la Constitución , sobre
todo porque la vida democrática a la cual se dirigen sus disposiciones
normativas ya no es la misma de hace dos décadas, por lo menos.
Recordemos que
toda ley está sujeta al devenir y cambio histórico ¿la realidad democrática
salvadoreña ha cambiado?
Sólo la testarudez de algunos dinosaurios de
la palestra política y económica neoliberal se resisten al cambio y la razón es
elemental, porque de esa manera anti-constitucional muchos de ellos se han
enriquecido.
A estas alturas de la vida democrática la gente se da cuenta de
cómo los que dicen defender la norma constitucional son los que más y
persistentemente la han violado de forma vil.
¿No generará esta situación de manipulación elitista conflictos sociales?
De hecho, ya vemos esos conflictos generados cuando esa élite política y
económica ejecuta medidas inconsultas tales como la privatización de empresas
estatales, las de fondos de pensiones, cuando firman tratados de libre comercio
bajo condiciones injustas, cuando introdujeron el dólar a nuestra economía,
etc.
Digamos que vivimos un empoderamiento de un
nuevo sujeto exigente de sus derechos ciudadanos, son sujetos políticos en el
amplio sentido del concepto y desean que se les consulte, que se les pregunte.
Tal como señaló el ex rector de la
UCA “es evidente que hubiera sido difícil dolarizar la
economía en beneficio de unos pocos si el tema hubiera tenido que ser sometido
a referéndum. Tampoco se habría participado en la invasión a Irak si la
decisión hubiera sido sometida a consulta. En general, nuestros políticos han
mantenido siempre una supuesta “sana” distancia de los sectores populares”[1]
¿De qué manera el soberano se expresa cuando
desea cambios? Entre otras formas, votando. Principalmente el pueblo, el soberano, es el que tiene
derecho (indirectamente) a cambiar la Constitución, a través de su voto a
determinado partido, el pueblo autoriza y legitima los cambios constitucionales
que deben hacerse siguiendo el debido proceso (una legislatura hace la reforma
y la siguiente debe ratificar esos cambios)
El pensador cristiano Bartolomé de las Casas,
en el siglo XVI, se oponía enfáticamente a cualquier toma de decisión no
consultada con el pueblo; opinaba que si
los representantes del pueblo tomaban decisiones vitales, las consecuencias de tales
actos no tendrían que ser consideradas “derecho”:
“Ningún rey o gobernante, por muy supremo que
sea, puede ordenar o mandar nada concerniente a la república (republicam), en
perjuicio o detrimento del pueblo (populi) o de los súbditos, sin haber tenido
el consenso (consensu) de ellos, en forma lícita y debida. De otra manera no
valdría (valet) por derecho”[2]
Un editorialista de la “derecha democrática”
insiste en que introducir figuras como la consulta popular nos llevaría a la chusmocracia[3]
lo que revela objetivamente dos cosas, uno la majadería de los grupos que no
desean profundizar la democracia y, dos, que la democracia es para los ricos. Por
eso es indignante que los mayores violadores de la Constitución sean sus
guardianes.
Publicado en la Brújula Electoral N° 23 del 26 feb 2014 ver aquí http://bit.ly/1ewPtjM
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