El “cambio” hacia lo justo debe llegar a la cuestión de migración

En el tema migratorio el Fmln no está partiendo de cero, en cambio, hereda, para bien o mal, toda una serie de acciones políticas más o menos positivas realizadas por las distintas gestiones de ARENA a lo largo de veinte años. Los antecedentes incluyen estos hechos: el 16 de enero de 1998, la Comisión Nacional de Desarrollo puso en manos del Presidente de la República, Armando Calderón Sol, el documento Bases para el plan de nación. Este documento, aunque con serios defectos, da la pauta para pensar en políticas de país a partir del caudal potencial de la comunidad en el exterior.

El presidente Flores (2000-2004) funda la Dirección General de Atención a Comunidades en Exterior, con lo que el tema migrantes pasa a formar parte de la agenda política nacional. En el contexto post-terremoto, Flores impulsó el programa Unidos Por La Solidaridad que promovió la participación de salvadoreños en exterior en la realización de obras públicas para la reconstrucción del país. En ese tenor las autoridades de Estados Unidos aprobaron beneficiar a más de 240 mil salvadoreños con el TPS debido a que no podían deportarlos al país por el desastre sísmico.

En el 2004 el presidente Tony Saca crea por decreto ejecutivo el Vice Ministerio para Salvadoreños en Exterior. 

En la primera gestión del Fmln, con el presidente Funes, a partir de junio del año 2009, el Viceministerio para los Salvadoreños en el Exterior inicia un proceso de reorganización interna y redefinición de roles y lineamientos estratégicos de actuación que indican un giro oportuno. Crea tres direcciones generales: Servicio Exterior, Migración y Desarrollo, y Derechos Humanos. La herencia más importante y la que el siguiente gobierno del Fmln debe continuar está en la Dirección General de Derechos Humanos que “está encargada de formular y ejecutar una política ministerial de promoción al respeto y garantía de los derechos humanos en el ámbito de las relaciones con los organismos internacionales de protección de los derechos humanos, (…), es la dirección encargada de promover la garantía de los derechos humanos de los salvadoreños en el exterior y de las personas migrantes en tránsito por El Salvador”[1]. Aquí está el meollo, -del cambio o no-cambio- en el abordaje crítico de las migraciones y el problema de los indocumentados y retornados. En otras palabras la diferencia entre las gestiones areneras y las del Fmln estaría en la apuesta por implementar una sólida institucionalidad comprometida con los derechos humanos de los migrantes indocumentados.

En esa línea de derechos humanos ya se tiene la Ley Especial para la Protección y Desarrollo de la Persona Migrante y su Familia que avala la creación del Consejo Nacional para la Protección y Desarrollo de la Persona Migrante y su Familia (CONMIGRANTES). Éste ente colegiado está llamado a ser protagonista de primer orden porque se alimenta con las necesidades que le llevan los diversos sectores de la sociedad civil que lo conforman.

En resumen, todas las gestiones de gobiernos anteriores le han dedicado esfuerzos de todo tipo a atender los flujos de migración “legal” pero no basta; la novedad, lo innovador sería hoy por hoy lo justo, óigase bien, lo justo: atender ese flujo de gente expulsada de la globalización que nadie quiere visibilizar y atender porque es impolíticamente incorrecto: los indocumentados, los retornados, los innombrables NNA (niños, niñas y adolescentes) no acompañados que sufren aquí, en su tránsito y en su regreso obligado y/o en su injusta detención.    



Esta nota fue publicada el 25 dic en Brújula Electoral N° 14, disponible en http://www.uca.edu.sv/brujula-electoral/edicion-14/

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