Por todos lados hay “intocables”.

Moisés Gómez (*)-SAN SALVADOR. En una publicación aparecida el 12 de julio del corriente, en un diario matutino (http://bit.ly/12x6hSY ) se opina sobre “Los intocables”, el autor de la columna dirige sus dardos hacia las FPL, hacia Tony Saca y principalmente hacia el profesor Salvador Sánchez Cerén. Me parece injusto el reduccionismo ideológico del que hace gala el autor y sobre todo que no va a la raíz del asunto y eso implica ocultar la realidad o por lo menos ideologizarla.  

Quiero usar el término intocable para referirme a una casta de personajes del ambiente político, militar, económico y jurídico que literalmente han anquilosado, han trabado, el genuino progreso y desarrollo salvadoreño. ¿Cómo lo han hecho? Con sus acciones dizque “autorizadas” por su trayectoria en cualquiera de los campos antes mencionados. Lastimosamente para mí, quisiera no incluir al FMLN o al gobierno de Mauricio Funes en esta generalización pero, dadas las circunstancias y los hechos, es imposible no incluirlos y decir que allí no hay intocables porque, desgraciadamente sí los hay. No quiero omitir que hay intocables en cualquier campo de la realidad social, pero me atrevo a sugerir que donde más daño ha causado el intocable ha sido en los ámbitos mencionados, por la trascendencia y relevancia de estas dimensiones en la vida de todos los salvadoreños.

No tienen sentido priorizar si hay más intocables en cuanto a lo político, militar, económico o en lo jurídico, porque de alguna manera todos esos intocables están, o al menos, así quieren ellos hacernos creer, sobre el estado de derecho, sobre la justicia, sobre la paz, sobre los derechos humanos. En última instancia el intocable salvadoreño cree que su vida está sobre la vida de toda la sociedad.

Entre todos ellos se acuerpan mutuamente: el político protege con fuero, con amnistías, al militar cuando así lo requiere: Cristiani blindó a los militares de la temible “tandona”; Funes blindó al ex Comandante Jonás, por decir un par de casos ejemplares, etc. El militar protege al intocable económico cuando defiende intereses privados como si estuviera defendiendo la soberanía nacional (caso concreto la guerra con Honduras y más reciente el conflicto armado nuestro) En el caso del empresario, la asamblea le hace leyes tributarias blandengues, le da amnistías fiscales y muchos beneficios como condonaciones de deudas que deben al Estado, etc.

El intocable económico protege al político cuando le paga campañas partidistas, le paga plumíferos que le construyen una imagen atractiva, le da presencia en los grandes medios de comunicación, el poder económico se convierte en político si así lo desea para ser aún más intocable.

El intocable jurídico tiene la venia de todos los anteriores: nadie vive impunemente sin un buen jurista, sin un buen despacho, sin un buen doctor (p.e. como el que asiste al diputado Samayoa) que toman las leyes para usarlas como trapos para ir limpiando las porquerías –familiares, empresariales- que los clientes intocables van dejando en su existencia. Para el jurisconsulto, lo intocable le viene de cuán exitoso sea poniéndose al servicio de los esbirros que sangran este pequeño paisito plagado de sanguijuelas de sangre azul.

Para nadie es un secreto que el país atraviesa una grave crisis y resulta que los personajes intocables son los que más exigen compromiso y seriedad, siendo ellos los responsables, en gran parte, de la debilidad institucional que tiene al país sin la capacidad para afrontar la crisis que sufre. La debilidad institucional del país es proporcional a todo ese entramado de relaciones podridas que constantemente aumenta el poder de los intocables.

Es urgente desmovilizar a todos esos intocables sometiéndolos a las leyes, pero como los intocables han construido redes y estructuras que les sostienen, hace falta de-construir ese entramado para que no puedan seguir aumentando su poder, ya sea que estén a la derecha, a la izquierda,  al centro o en la cómoda sociedad civil.

(*)Columnista de ContraPunto

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