la derecha y Funes
La derecha y sus fantasmas…
Cuando en 1818 Mary Shelley publicó la novela de terror Frankenstein no se imaginó que su personaje ficticio se convertiría en un mito de la cultura moderna. Su novela fue llevada al teatro, luego a la gran pantalla y en cada adaptación los distintos directores le han inducido su propio estilo de acuerdo a la época, me decía uno de mis profesores de filosofía, que él en algún tiempo, siempre pensó que el monstruo era Frankenstein, cuando en realidad era el nombre del científico que partiendo de sus experimentos eléctricos logra, de alguna manera, darle vida a una criatura horrible compuesta de órganos de diversos cadáveres. No hace falta mencionar que la novela nos describe la conmovedora y trágica relación entre el doctor Frankenstein y su monstruosa criatura, misma que ha sabido capturar la atención de todos los públicos durante ya casi dos siglos.
Si me preguntaran cómo definiría socialismo o comunismo lo haría así: mito del imaginario salvadoreño, especialmente del imaginario social identificado con la visión capitalista, de ideología conservadora. Mito que en ciertos momentos históricos se transformó en movimientos sociales revolucionarios y, algunas veces, tomó la forma de partidos políticos con la clara visión de convertirse en una especie de agentes mesiánicos, en la medida que, deseaban la transformación de la realidad social existente.
Con esta definición de socialismo quiero dejar claro que, más que una realidad política el socialismo en El Salvador, es resultado de aquella parte del imaginario de ideas conservadoras identificado con la ideología dominante de derecha: los gobernantes de corte militar, la oligarquía ligada a la actividad agroindustrial y actualmente, una elite gobernante vinculada a la empresa privada, la banca y apoyados por un fuerte grupo de comunicadores de radio, prensa y televisión.
Cada uno de los sectores antes mencionados ha gobernado El Salvador por sendos períodos de nuestra historia contemporánea, asimismo, cada uno se ha encargado de construir socialmente ese mito llamado socialismo o comunismo, lo digo así sin diferenciar ya que para los sectores conservadores es la misma cosa; ahora bien se puede afirmar que, ciertamente este mito adquiere una identidad diferente para cada época. No tanto porque haya sido una amenaza real para el status quo, vigente en cada momento histórico, sino más bien como una especie de respuesta subjetiva de la clase dominante que justifica su existencia como gobierno: se convierten en defensores de la Patria ante la amenaza comunista. No dudo que para los grupos dominantes de hoy en día ese monstruo toma la identidad del llamado socialismo del siglo XXI.
Socialismo o comunismo vendrían a ser la representación objetiva de todos los peores miedos, la personificación del mal en la medida que la situación de ventaja social adquirida por medios fraudulentos, tanto a nivel individual como colectiva, esté en peligro o claramente amenazada por cualquier iniciativa social, que aspire a ejercer el poder político difente de cómo se ha hecho tradicionalmente. Aquí tradicionalmente no es una palabra puesta sin más, nos quiere indicar aquella forma de hacer gobierno y política para beneficio propio.
Cuando Mauricio Funes prometía en su campaña que si ganaba la presidencia de la república por el FMLN iba a acabar con esta antigua práctica se refería a terminar con este tradicionalismo político, no en vano se unieron y aliaron los diversos partidistas de derecha salvadoreños para atacar con el mito del socialismo al candidato Funes, la campaña siempre se orientó en la línea de que la población votante se diera cuenta de la “perversa alianza del candidato opositor con los gobiernos socialistas como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Brasil países que por haber seleccionado tal modelo hoy están en la desgracia, etc., etc.” Ya ahora que Mauricio Funes y el FMLN han ganado la presidencia una columnista y asidua defensora de las ideas conservadoras afirma: “ Y ojalá no se haga realidad el sueño de José Luis Merino, tantas veces reiterado, de implantar un gobierno socialista, porque entonces será el momento de emplazar a quienes entregaron
El monstruo del socialismo como imaginario de la derecha y por ende construcción ideológica de los sectores más poderosos tanto en lo político, económico y religioso ha perdido hoy por hoy aquella fuerza cuasi divina. No hay duda que la gente está viendo que tal estrategia solo es producto de mentes que se empeñan en mantener sus privilegios a toda costa y no ponen reparos en trasladar y generalizar sus peores miedos como si fueran los miedos de toda la población salvadoreña. Hacer este giro y generalizar es ideología en este caso para sostener viejas estructuras sociales anquilosadas que se resisten a evolucionar.
Dicho en otras palabras hay más unidad y coherencia de lo que sea socialismo en las clases dominantes de turno de la que realmente hay en aquellos movimientos o partidos políticos que se autodenominan socialistas. Tratar el tema de la unidad de los llamados socialistas me llevaría por derroteros teóricos que rebasan la intención de este breve ensayo así que dejamos eso para otra reflexión. Volviendo a nuestra idea diremos que durante todo el siglo XX lo que ha existido en El Salvador es el genuino ideal de transformar la sociedad de lo injusto a lo justo, de la corrupción a la transparencia, de la exclusión a la inclusión social.
No se trata aquí de caer en una postura psicologicista, efectivamente no dudo que hay serios intentos de organizar estructuras partidistas o movimientos sociales para la emancipación y liberación de aquellas cadenas que impiden alcanzar mayor desarrollo humano; la tesis que deseo defender es que en la realidad política salvadoreña los ciudadanos han sido víctimas de un engaño, en la misma manera que el profesor de filosofía que confundía el monstruo con el científico, es decir la criatura con el creador, asimismo todos hemos sido terapiados, como decimos en buen salvadoreño. Por años nos han metido en la cabeza que el socialismo es malo y perverso, en la misma manera que el personaje ficticio de Mary Shelley ha sido adaptado a través de los tiempos por los directores de cine y teatro; en esa misma manera los gobiernos elitistas y excluyentes de turno, han adaptado su “monstruo” del socialismo y así infundir temor en la población: la gente ha llegado a pensar que con la instauración del socialismo perdería sus libertades, propiedades, la igualdad y hasta su religión.
Muchos gobiernos en el pasado fueron muy exitosos en esta tarea pero, definitivamente para el actual partido Arena, la misión fue demasiado inmensa, amen que la gente descubrió la treta.
En la esfera social de derecha hay de todo y ciertamente Frankenstein no ha pasado de ser una ficción de la literatura pero igual hay quienes se empeñan en descubrir la casa del monstruo y hacer de la leyenda una realidad. Lo que debemos comprender es que Frankenstein es producto de la mente de Mary Shelley y la amenaza del comunismo o socialismo salvadoreño es producto de la creatividad desesperada de ciertas personas y grupos de poder para asustarnos “con el petate del muerto”.
Moisés Gómez
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